viernes, 29 de marzo de 2013

Llegó la Noche y No EnconTré AsiLo / ReLaTo X /



RelaTo escriTo por Víctor Gutiérrez, Erik Marín, Víctor Martínez y Jesús Roche

Álvaro se encontraba solo en la calle, cuando de repente cayó una brusca tormenta. Entonces se tuvo que refugiar en un puente donde había muchas goteras. Se tapó con unos trozos de cartón, pero cuando amaneció  se puso a llorar porque el tempestuoso viento se había llevado el cartón, dejándolo bajo la fría intemperie. Al llegar la noche,  vagaba por un barrio y se refugió en una casa en ruinas. Álvaro se miró al espejo de esa casa y le apareció un hombre  que le dijo: “Por favor, ¡ayúdame!”
Con un brusco giro por el susto se dio la vuelta y vio a un señor anciano con cara de felicidad y a la vez tristeza, con una expresión indecisa, Álvaro le preguntó qué le ocurría. Y el señor le preguntó con una suave voz que si había visto alguna persona extraña, le explicó que habían entrado a su casa y le habían robado un anillo de oro y él había salido a buscar al ladrón, tras unos segundos de un pensativo silencio,el anciano le preguntó lo que hacía por esas frías calles del barrio y el le explicó que había perdido a su pequeño hamster y había salido a buscarlo, los dos pasaron un rato buscando pero no encontraron nada.
Llegó la pesada noche, y el frío se hizo insoportable. Álvaro y el anciano se sintieron desolados como almas en pena que vagan. Entre las sombras de las calles creían ver monstruos peligros que acechaban para dañarlos, y otras veces pensaban que veían animales infernales, que en realidad solo eran espejismos de su imaginación. Ya a punto de amanecer, y que los primeros rayos de luz despejaran las penumbras y el miedo, decidieron volver a la casa para comprobar si el hámster había dejado alguna pista tras su desaparición. Sobre una mesa antigua vieron  el resplandor de un objeto dorado.
Se paró se quedó mirando fijamente a una esquina donde había un pequeño bulto, se acercó y vió a su hamster, pero se llevó una gran sorpresa, el hamster tenía un precioso anillo de oro en la boca, ¡Su hamster era el ladrón!, en ese momento le llevó el anillo al simpático anciano, que le acompañó hasta su casa con el hamster.


RIMA LXV
Llegó la noche, y no encontré un asilo, 
¡ y tuve sed!... mis lágrimas bebí, 
¡y tuve hambre! ¡Los hinchados ojos
 cerré para morir! 
¿Estaba en un desierto? Aunque a mi oído 
de las turbas llegaba el ronco hervir, 
yo era huérfano y pobre... ¡El mundo estaba 
desierto... para mí! 

 Gustavo Adolfo Bécquer

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