miércoles, 13 de marzo de 2013

Por una Mirada, un Mundo.Voces de la Primavera


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(http://www.storyjumper.com/book/index/9134732/Por-una-Mirada-un-Mundo)


POR UNA MIRADA, UN MUNDO 
Relato colaborativo  

Ella, por más que la observaras, nunca sonreía. En realidad nadie sabía porqué, pero así era. En su mirada había un halo mustio de permanente amargura, un triste abandono que te encogía el interior. Sus ojos, en vez de reflejar los colores y las formas que paseaban delante suya, proyectaban una fragilidad austera que contagiaba a todas las cosas de una tenue frialdad, convirtiendo todo a su alrededor en permanente sombra. Entonces nadie le hablaba, porque todo el mundo pensaba que era muda, evitando su cercanía, e imaginando su hosca actitud. Así la percibían todos.
Todo, menos yo.
Ana Galindo 

 Armado de valor, intenté fijar de una vez por todas, su mirada esquiva. ..
Aproveché el sonido de unas solitarias monedas en mi bolsillo para hacerle salir de su letargo ausente y giró su cabeza hacia mí. En ese momento, tras una carraspera interminable, esbocé un gesto de profunda bondad, iluminando el hueco que nos separaba con un tenue resplandor de confianza. Acompañé mi mueca con una mirada propia de un ángel, de la mano de una sonrisa sincera. Clavé mis ojos en el mismo centro de los suyos y los sujeté como un eclipse sujeta la luz del día. En ese momento el silencio habló por los poros del viento que arrastrábamos tras nuestros sonidos. 
Francho Lafuente

Porque cuando se ama no existen las sombras, y uno ve de otra manera (e incluso más lejos de la mirada infinita)
Ana Galindo

Me coloqué bien la chaqueta y, tras unos instantes de duda interminable, respiré profundamente y traspasé las fronteras del silencio que nos vigilaba con una voz profunda, firme y acogedora.
Francho Lafuente

Aquel día ella se dio cuenta de que yo existía, y sus pupilas comenzaron a devolver la luz que emitían las cosas. Fue en ese instante cuando encontraron su camino las palabras; las suyas y las mías. Al principio se confundían. Después, ellas mismas pusieron orden y adquirieron su propio ritmo. Ahora ella sonríe. Sonríe siempre. Y, aunque su voz suena débil y cadente cuando habla con otros, se vuelve canto febril cuando lo hace conmigo.

Ana Galindo
Tu mirada me hace grande

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